viernes, 30 de septiembre de 2011

Un paseo por la literatura vampírica. Por María Martínez (Anxana)

Desde tiempos inmemoriales, el vampiro siempre ha estado presente en la historia, formando parte de los mitos y del folclore de casi todas las civilizaciones, desde Egipto hasta las culturas aborígenes de Latinoamérica. En los relatos mitológicos se le presenta como un ser de aspecto horrendo con cualidades antropófagas. Relatos influenciados por los ritos de muerte y sangre que se ofrecían a los dioses en aquella época.
El vampiro es una entidad que ha adoptado las formas más variopintas, que ha sufrido grandes transformaciones a través del tiempo, pero con un elemento central en todas las tradiciones: la sangre.
Sin embargo, el mito como es conocido en nuestros días, nace en la edad media, cuando las leyendas empiezan a relacionarse con personajes reales como: Gilles de Rais, Vlad Tepes o Elizabeth Báthory. Se convirtió en el precursor del vampiro moderno y en fuente inagotable de inspiración en la literatura, hasta tal punto que los atributos del no- muerto se confunden entre su naturaleza original y la ficticia inventada por los novelistas.
A rasgos generales, los vampiros son muertos vivientes que se alimentan de sangre, con la capacidad de convertirse en animales, entre sus preferidos: los lobos y los murciélagos. No tienen reflejo, son vulnerables a la luz del sol, temen a las corrientes de agua y no pueden entrar en una casa si no son invitados. No soportan los símbolos religiosos, no pueden pisar terrenos sagrados y el ajo les repele. Se les mata clavándoles una estaca en el corazón y decapitándolos posteriormente. Aunque últimamente, parece que la evolución ha conseguido que sean inmunes al sol y que brillen bajo éste cual diamantes.
Hay que remontarse al siglo XVIII para encontrar el primer texto literario en abordar este tema: El Vampiro, poema de Heinrich August Ossenfelder, en el que la figura del no-muerto es comparada con la de un reptil reptante, bajo la que se podría esconder una referencia directa a la serpiente bíblica.
Tras este poema aparecen otras baladas góticas que muestran la importancia de ese género en la temática vampírica: Lenore de Gottfried August Bürger, Christabel de Samuel Taylor Coleridge o La Novia de Corinto de Johann Wolfgang Goethe –quien representaría al vampiro literario como expresión del más puro romanticismo–, son claros ejemplos.
El romanticismo del siglo XIX fomentaba un gusto por todo lo apasionado, lo fantástico y lo oscuro. En esta época, la figura del vampiro monstruoso y sin atractivo de las primeras baladas líricas, se ve desplazada por otro prototipo aristocrático y encantador de hábitos maliciosos.
El responsable de esta nueva imagen fue John William Polidori, que a través de su obra El Vampiro (1819), se convirtió sin saberlo, en el creador de un nuevo género y sentó así, sin proponérselo, las bases de lo que sería posteriormente el vampiro literario. Fijó, además, el atractivo que acompañará siempre a los «chupasangres» que le han sucedido, mostrando unos rasgos muy románticos y seductores. Escritor maldito, por desgracia ha pasado a la historia no como literato sino como doctor y «amigo» de Lord Bayron, personaje en el que se inspiró para dar vida a Lord Ruthven, una criatura de tez pálida y costumbres nocturnas, hermoso, en contraste con el vampiro nada atractivo del folclore popular. Para los entendidos, su obra El Vampiro es muy superior a Drácula de Stoker, aunque en su momento no tuvo el reconocimiento que merecía, si bien, sirvió de inspiración a muchos.
Años después, tuvo lugar el primer éxito vampírico sin precedentes, lo consigue Joseph Sheridan Le Fanu –genuino maestro de la tradición de la novela gótica–, con su cuento corto Carmilla, cuya apariencia se cree basó, en Elizabeth Báthory, la «condesa sangrienta». Es una historia que muestra muchas características del terror gótico y una sutil influencia erótico-lésbica, tema tabú de la época. La ambigüedad sexual es un rasgo que siempre ha acompañado al vampiro, amores homosexuales que se representaban de forma sutil, encubierta, los cuales se han dado en los mejores cuentos victorianos.
Cada uno de los escritores que hasta ese momento habían dedicado sus páginas al vampiro, añadió sus propios elementos al mito. En el caso de Le Fanu, se ve al vampiro como un muerto que regresa de la muerte a la vida, con hábitos nocturnos, una fuerza sobrehumana y la capacidad de adoptar diferentes formas, sobre todo de animales. Dormía en un ataúd y se alimentaba de sangre, hiriendo a sus victimas con unos colmillos afilados como agujas.
Pero es más tarde, cuando estos elementos adquieren una estructura sólida que serviría de base a escritos posteriores. Y fue gracias a una novela emblemática, aterradora e inolvidable: Drácula de Bram Stoker, obra cumbre de la literatura vampírica, que posee un estilo marcadamente victoriano, donde el vampirismo es tratado como una enfermedad sobrenatural, una especie de posesión demoníaca.
El mito siempre estuvo muy presente en la vida de Stoker, desde joven había soñado con hermosas mujeres vampiro que lo acosaban, probablemente inspiradas por el cuento de Carmilla. Le interesaban los mitos y leyendas de la Europa Oriental, sobre todo el personaje polaco Vlad Tepes. Pero fue una noche durante unas vacaciones en Whitby, tras la lectura de un libro de William Wilkinson sobre Transilvania, cuando nació su creación literaria más reconocida.
Estructuró la novela de forma epistolar, a modo de cartas, diarios y artículos de periódicos, entre otros. Se apoyó en documentos de terceras personas para dar la sensación de que aquello había sucedido y se aprovechó de los múltiples puntos de vista para mezclar el suspense y el terror.
El Drácula literario, poco tiene que ver con el cinematográfico, mucho más gótico y romántico, que nos mostró Coppola. No era sólo el amor lo que motivaba al primero, sino el ansia de podery de dominar, sentimientos más acordes con el ser maligno que el libro muestra.
Stoker también aportó en su novela, un personaje hasta entonces poco conocido: el cazavampiros, o mejor dicho, Van Helsing, el cazavampiros por excelencia. Una figura que definió de forma magistral, creando un hombre inteligente, excéntrico, fanático, incluso algo despiadado, que a lo largo de los años ha ido adquiriendo mucha importancia en el género literario y a su vez, cinematográfico.
Stoker sentó un precedente y tras él surgieron una serie de discípulos como: Dion Fortune, Theodore Sturgeon, Howard Lovecraft o Richard Matheson, que publicó en 1954 Soy Leyenda, una historia inquietante en un futuro postapocalíptico dominado por los vampiros, en el que el protagonista es el único humano, toda una innovación para el género.
A partir de ese momento, el mito comienza a evolucionar, los escritos sobre vampiros se multiplican, pero aferrándose a los clichés tradicionales a los que se van sumando diversas características. Características que para muchos, comenzarán a desvirtuar la esencia del personaje.
Años después, el maestro del terror, Stephen King, aportó su granito a la bibliografía chupasangre, publicando uno de sus principales éxitos comerciales, Salem´s Lot. En la que recrea a unos vampiros poco inteligentes y con un razonamiento demasiado básico. Hasta ese momento el vampiro es un ser malvado que considera a los humanos alimento y por los que no siente ningún aprecio, sólo son eso, comida. Concepto que empezó a cambiar de la mano de Anne Rice y su trilogía Crónicas Vampíricas, saga que aumentócon nuevas secuelas, dado su éxito comercial y cinematográfico. La escritora creó alrededor de estos seres un mundo gótico-fantástico muy atractivo, a la vez que moderno, y este sólo fue uno de los cambios que le hizo al mito.
Los vampiros creados por Rice, carecen de la crueldad sin remordimientos de sus antecesores. Están más humanizados, opuestos a la maldad y bestialidad del vampiro del folclore. No son inmunes a los sentimientos y las pasiones humanas, y todo ello, lo viven con más intensidad. No son realmente humanos, pero a la vez están unidos a ellos por un pasado común, quizá por eso, consiguen que el lector se sienta identificado con ellos, aunque sean unos asesinos despóticos como es el caso de su personaje principal, Lestad.
Rice le da más profundidad a sus personajes, ahonda en su psique, planteándoles dilemas morales; un ejemplo es Louis en Entrevista con el Vampiro, él siente, sufre y le duele asesinar, esclavo del dolor de su propia existencia y la búsqueda del real sentido de la vida en la muerte.
La ambigüedad sexual está más presente que nunca en estos vampiros, el triangulo Lestad, Louis, Armand, así lo demuestra. Seres capaces de ver la belleza en ambos sexos, una conjunción sangre-sexualidad que trajo un gran éxito a Anne Rice –se han vendido más de cien millones de sus libros–, y que se ha ido copiando de mil maneras a lo largo de los años.
Escritores como Whitley Strieber (El Ansia), Brian Lumley (Necroscopio), Poppy Z. Brite (El Alma del Vampiro) o Tanya Huff (La Saga de la Sangre), aportaron su propia visión del mito con nuevas características que fueron consolidando una imagen diferente del no muerto.
De esta forma, la literatura vampírica entra con fuerza en el siglo XXI, tanta, que empieza a rozar la saturación. El vampiro ya no es sólo un personaje de terror, sino que se ha ido introduciendo en otros géneros: ciencia-ficción, thriller, fantasía, erotismo, romance, juvenil…Y son estos dos últimos los que arrasan en este momento en el mercado literario. Las sagas abarrotan las librerías y las grandes superficies. Hay vampiros para todos los gustos y edades: buenos, malos, guapos, eróticos, torturados, «vegetarianos», rasgo que no es nuevo. En Entrevista con el Vampiro, Louis ya sufría ese mal, detestaba tener que alimentarse de humanos por las contradicciones morales que despertaban en él. Así que no culpemos a la señora Meyer de haber inventado ese comportamiento tan criticado por muchos; que brillan bajo el sol, este sí es suyo.
El romance vampírico arrasa en sus dos vertientes: adulta y juvenil.
En la primera, autoras como J.R. Ward y su saga La Hermandad de la Daga Negra o Christine Feehan y la serie Oscura son claros ejemplos de éxito comercial, historias romántico-eróticas que son la delicia de un amplio público que demanda este tipo de literatura cada vez más.
En la segunda, el número de autores y títulos supera a cualquier otro género, nombres como: Cassandra Clare, Richelle Mead, Claudia y Gray o Stephenie Meyer han arrasado en un mercado donde la demanda de sus sagas y otras similares no parece tener fin. El romance paranormal se ha convertido en un reclamo, una etiqueta que asegura un número nada desdeñable de ventas, gracias a un fenómeno fan que no se limita sólo a un público adolescente, sino que también engancha a los más mayorcitos.
El vampiro literario siempre ha sido motivo de polémica y lo seguirá siendo. El arquetipo ha ido cambiando a lo largo de los años y con él, los ingredientes que una novela de este tipo debe tener para triunfar. Ya no sólo prima el terror, la maldad y la sangre; amor y conciencia empiezan a formar parte de sus características. Hay quienes están a favor de estos cambios y quienes están en contra, detractores que no aceptan esa humanización, esa dualidad bien-mal que convierte al no muerto en un monstruo light.
La literatura se ha ido adaptando a los tiempos y con ella el vampiro, único medio de llegar a una nueva sociedad lectora que necesita variedad.
Hay que huir de los tópicos que catalogan los libros sobre vampiros como una literatura de baja calidad. Siempre ha habido libros buenos y malos, unos de más calidad que otros, pero es algo común a todos los géneros y a todos los tiempos.
El vampiro sigue siendo un reclamo literario, ha sido el tema de muchos de los superventas más famosos de la historia. Pero a mí, lo que más me intriga de este paseo por la historia literaria del vampiro, es qué le depara el futuro, cómo evolucionará y será dentro de unas cuantas décadas.

María Martínez.
anxana.blogspot.com
http://www.mariamartinez.net/

7 comentarios:

  1. Un recorrido muy interesante, detallado y muy bien planteado, María, felicidades. Estaba esperando con gran interés este artículo, confiaba en que me inspiraría para escribir el mío sobre literatura fantástica, pero me temo que voy a tener que decirle a Jules que me sobrevalora: me veo incapaz de escribir un artículo, así de claro. Espero que no se sienta muy decepcionada y, sobre todo, espero que no se enfade conmigo. Afortunadamente, cuenta con colaboradoras capaces y entusiastas que saben hablar de lo que conocen y les apasiona. Yo vivo la Fantasía, pero no sé describirla fuera de mis historias.
    Permite que haga una corrección a tu exposición. Es una tontería, se entiende perfectamente lo que quieres decir, pero sabes que soy puntillosa y que no puedo evitar hacerlo:
    "No tienen reflejos, son vulnerables a la luz del sol...". Reflejos tienen, ciertamente, muy buenos reflejos. Tú te refieres a que no se reflejan en los espejos. Y yo me sentía en la obligación (en la necesidad, más bien) de hacer este apunte, espero que no te molestes conmigo.
    Besos, María y Jules. Estoy con vosotras, si no como colaboradora, sí al menos como lectora.
    Océanos de amor! (supongo que ya sabrás de dónde adopté esta expresión que con el paso de los años he hecho mía, ¿no?)
    8)

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  2. Bueno! Qué paseo por la historia del mito vampírico en la época moderna! Me ha gustado mucho, María, y se nota que has investigado a fondo el asunto... Yo echo en falta una mención a los orígenes del vampiro: Grecia, la India...
    Pero me ha encantado, la verdad.
    Bea...no te infravalores, seguro que podrías escribir el artículo, otra cosa es que te sientas cómoda haciéndolo :P
    Un besazo a todas!!!

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  3. Hola, ante todo gracias por haber leído el comentario. Ahora es imperativo hacer una aclaración importante. Bea, cuando hablas del fallo de María te equivocas. Ella lo puso bien; yo no lo entendí, y queriendo corregirlo, la hice buena. Está solucionado. Lo he dejado en singular tal y como lo escribió ella porque viendo tu explicación entendí mi fallo. Mil perdones. En lo que respecta a tu artículo sobre literatura fantástica, no te agobies; opino igual que Enone, no creo que no estés preparada, tal vez no estás inspirada o no te apetece, cosa perfectamente normal. Si algún día lo haces y quieres mandárnoslo, adelante. Si no, no te preocupes, como bien dices, tengo más colaboradores y si tú te encuentras más a gusto en la ficción que en la prosa de ideas, no problem. A mí me gusta tocar todos los palos, porque nunca sabes qué te puede deparar la vida... ¿y si me tocara trabajar en un periódico? Pues tendría que aprender o perfeccionar mi técnica articulista. De nuevo, gracias a las dos. Y a María, sobre todo, por su gran trabajo.

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  4. No tienen reflejo... sí, ahora está perfectamente expresado. Mis disculpas a María, y a Jules un grrr cariñoso.
    Que no me apetece... no, no, deberís conocerme mejor, Jules! Quiero escribir ese artículo, pero no sé cómo hacerlo, ésa es la cuestión. Tampoco me obsesiono con el tema, si ha de salir, saldrá por sí mismo, como hacen mis historias. Quizás es que no es el momento, o que no estoy preparada. Tú dame tiempo, igual hasta te sorprendo (y me sorprendo a mí misma). Se suponía que yo no sé hacer reseñas, y sin embargo la opinión que has colgado en el blog de LE es la mía, y no está mal escrita. Ya veremos. Sí, ya veremos.

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  5. Cuanto para leer. Un lujo.
    Voy a hacerlo con tranquila respetuosodad. ESTE BLOG ES EXCELENTE.
    Me puse como seguidor. Epero que hagas lo mismo en el mio para encontrarte más rápido.
    Fernando

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  6. Hola, felicidades por el artículo, los vampiros son un tema muy atrayente. Quiero enviarle fuerzas a Bea en su artículo... espero el bajón se le pase y logre encontrar inspiración para realizar un buen escrito... y espero leerlo pronto. Felicidades a todos.

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  7. Gracias por darnos a conocer un poco más este mundo tan de moda en la actualidad pero en gran parte desconocido. Me ha gustado el recorrido que nos has hecho

    Saludos, te sigo
    Lourdes

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